martes, 2 de abril de 2013

mi cuento soleado

...te prometo
y te aseguro que lo cumplo
que si no hace buen día mañana
ni el fin de semana
al menos tendrás mi cuento soleado
para suplirlo
y para llevártelo contigo donde vayas

este cuento será mejor que un gran paraguas
mejor que un buen impermeable
mejor que aquellas botas de goma
que te ponían de pequeña
las que heredaste de tus hermanos
como casi todo
para que pisaras los charcos

este cuento será un cuento aislante
y te servirá para todo
para el frío y el calor
para la lluvia y la sequía
para el amor y el desamor
para las alegrías y las penas
para la fe y la incredulidad
para la esperanza y la desesperanza
para la ilusión y la desilusión
para hoy y para mañana
para ayer
y para todos los días de tu vida
que te sientas sola
y que no tengas a nadie
que te quiera como yo
a tu lado



aquella mañana, maría salió de casa de la mano de su mamá. la llevaba al cole como todos los días. a ella le encantaba que su madre la acompañara, que la llevara muy apretadita de la mano. se sentía muy segura sintiendo a su madre tan próxima. su mamá era la mejor mamá del mundo, la que más la quería, la que más la mimaba, la que nunca dejaría que nada malo le pasara.

ya en la puerta del colegio, su mamá le dio su suave beso en la mejilla, el beso más bonito del día. con ese beso ella se sentía invencible, poderosa, protegida y con fuerzas para aguantar solita hasta que su mamá volviera a mediodía a recogerla.

se acercaba el verano. pronto acabarían las clases, y su sentimiento era contradictorio. por un lado sentía alegría de poderse acostar tarde, de poderse levantar cuando ella solita se despertara, de estar mucho más tiempo al lado de su mamá, de compartir con ella todo el día. su mamá era muy divertida y le hacía reír mucho, le contaba cuentos de hadas y de princesas, de enanitos y de duendecillos, de lejanos lugares  fantásticos y misteriosos, de sirenas, de castillos, de dulces y tiernos animalitos del bosque; y también le cantaba canciones, bonitas canciones que se le quedaban grabadas en su cabecita y que volvía a escuchar cuando todo estaba en silencio. 

por otro lado le daba pena dejar el cole. sabía que el próximo curso ya no estaría con su maestro antonio porque él se iba a otro país, a un pequeño país muy lejano y bonito como los de los cuentos de mamá; dejaría de ver a sus amigos, de jugar juntos en el recreo, de hacer esos fantásticos murales que después ponían en los pasillos con orgullo para que los demás niños del cole vieran lo bien que lo hacían y lo trabajadores que eran.

también le daba mucha pena dejar de ver durante todo el verano a su mejor amiga, a su amiga bea. ella pasaba las vacaciones en un bonito pueblo de montaña, junto a sus abuelos, que tanto la querían y contaban los días que quedaban para verla.

antonio, su querido maestro, que tenía barba y era viejo  como sus abuelos, los quería mucho, les regalaba dibujos y les recitaba poesías de miguel hernández, de alberti, de lorca, de aleixandre, de altolaguirre; pero su preferido era machado, antonio machado. cuando el maestro recitaba sus poemas ella se imaginaba en los lugares de los que hablaba, veía en su cabecita todo lo que decía en su versos. un día se prometió a ella misma que cuando fuera mayor iría a conocer en la realidad esos lugares, a pasear por donde paseó antonio machado durante su triste y errante vida, a tocar los objetos que el usó; pero nunca poseyó, porque  siempre supo que las cosas tenían su propia vida y que no eran de nadie, que pasarían de mano en mano para que todos pudieran disfrutarlas sin poseerlas.

ese día el maestro les propuso que escribieran una descripción de sus mamás y que la ilustraran con un bonito dibujo. después las leerían a los demás compañeros y se las podrían regalar a su madres para que ellas supieran lo bien que escribían y dibujaban, y cuánto las querían.

maría se esmeró para hacerla lo mejor posible. sabía que a su mamá le encantaría ese regalo y que se lo guardaría, envuelto en un bonito pañuelo blanco, en el pecho. ese era el lugar donde su madre guardaba todo lo que más apreciaba para sentirlo siempre unido a ella.

a la salida del cole miraba con sus ojitos desorbitados entre el tumulto de madres y padres, buscando a su mamá. hasta que no la encontraba con la mirada no se tranquilizaba. su mamá siempre estaba ahí, pero ella necesitaba confirmarlo. cuando el maestro pronunció su nombre, salió corriendo con la descripción y el dibujo de su mamá en la mano. estaba ansiosa porque su madre lo viera y le diera muchos besos dulces de agradecimiento, que le halagara lo bien que la había hecho, la letra tan bonita que tenía y lo guapa que la había sacada en su dibujo.

empezó a chispear:

-maría, empieza a chispear, la tormenta no tardará en llegar- le dijo dulcemente su madre; que, abrazándola con fuerza, la cubrió con sus manos y se fueron corriendo por todo el camino hacía su casa, su bonita casa donde les esperaba el arco iris.

maría era una niña muy feliz porque tenía lo que deberían tener todos los niños y todas las niñas: una gran familia que la quería mucho y la cuidaba.

y colorín, colorado este cuento, o lo que sea, se ha acabado.



-¿te ha gustado, maría?

-sí. me ha encantado, pero me prometiste un cuento soleado, y en este cuento no aparece el sol.

-¿estás segura, maría, de que el sol no aparece?

- es de día y el sol estaría; pero no se menciona en el cuento.

-te prometí un cuento soleado y te lo he dado; un cuento aislante, que te protegiera de todo lo malo de la vida, y eso es lo que te he dado; porque tu mamá es el más hermoso sol de tu vida y te querrá y te cuidará siempre, aun cuando ya no esté físicamente a tu lado.

maría se quedó muy callada y pensativa, y unas bonitas lágrimas, que yo me bebí, salieron de sus hermosos y dulces ojos llorados de alegría.

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