lunes, 16 de febrero de 2015

ximena, la elefantita fotógrafa



ximena era una linda elefantita de ojos negros y profundos que vivía en el mismo corazón de áfrica, la hermosa y expoliada áfrica. sus padres eran grandes, poderosos y bellos elefantes africanos, sabios conocedores de las infinitas estepas donde nacieron todos sus antepasados y vieron nacer y crecer día a día a su querida hijita, ximena.

ximena tenía dos grandes pasiones, dos sueños que cumplir en su vida: ser fotógrafa y volar. por eso desde muy pequeña se la veía, cargada de su cámara, trepando los árboles más altos para fotografiarlo todo desde arriba, como si estuviera volando, como si fuera un gran pájaro como los que veía cruzar en enormes bandadas por encima de su cabeza, muy muy por encima.

un día, la pequeña ximena resbaló  mientras trepaba a uno de sus árboles favoritos, y cayó al suelo, rompiéndose su delicada patita. sus padres, que siempre estaban pendientes de su aventurera y soñadora hija, fueron rápido a auxiliarla, la cogieron entre los dos con sus enormes y fuertes trompas y la llevaron a un lugar seguro, donde día a día estuvieron cuidándola y mimándola hasta que su patita sanó y pudo de nuevo andar. sus padres, preocupados, le prohibieron que volviera a subir a los árboles, y le enseñaron a fotografiar la tierra, el agua y hasta el fuego, que a veces, prendía en los árboles alcanzados por los rayos.

ximena, lo fotografió todo desde la tierra, desde el agua y desde el fuego; pero ella necesitaba fotografiar desde el aire, y envidiaba a las grandes aves que podían hacerlo.

todas las noches se acostaba soñando con que alguna vez podría volar. aquella noche tuvo un extraño sueño. sintió como su cuerpo se alargaba, como sus orejas, ya grandes, se hacían aún más enormes y el fuego, que también empezó a amar, salía de su trompa como si fuera un fantástico dragón.

ximena se había convertido en una dragofante; y desde aquella noche sus sueños se hicieron realidad, o quién sabe qué; pero ya siempre se veía volando por el aire con su cámara de fotos a cuestas y su preciosa trompa echando llamaradas de fuego que iluminaban la noche, sus noches ... y sus sueños.

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