todos sabían que alguna día ocurriría. no ha sido ninguna sorpresa. era demasiado previsible; pero nadie hizo nada por impedirlo. así que no hay un solo responsable de lo ocurrido. todos son culpables; y cuando digo todos, me refiero a esa familia que lo vio entristecer día a día y apartarse de sus amigos, que se dio cuenta de que todo le irritaba y nada conseguía sacarle ni una mueca de sonrisa; a esos amigos que nunca se preguntaron por qué dejaron de verlo, qué le ocurría para haber dejado de frecuentar los lugares donde siempre se encontraba con ellos, ni se acercaron a su casa, ni preguntaron a nadie por él, a esos vecinos de toda la vida que ya no le hablaban porque desde que dio el estirón había dejado de ser el niño simpático y agradable que todos añoraban y no le perdonaban que hubiera dejado de serlo.
todos, todos pensaron alguna vez que podía hacerlo, pero nadie lo impidió, nadie movió un dedo para cambiar lo inevitable, para al menos haber intentado convencerle de que se estaba equivocando, de que todo, aunque pareciera imposible, tenía solución menos la muerte.
todos, todos pensaron alguna vez que podía hacerlo, pero nadie lo impidió, nadie movió un dedo para cambiar lo inevitable, para al menos haber intentado convencerle de que se estaba equivocando, de que todo, aunque pareciera imposible, tenía solución menos la muerte.
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