aquella tarde había estado solo en el campo
en la zona inmensa de marismas
y encontré atado a una pasarela que servía de puente
el cráneo de una cabra
o quizás más bien el de un cabrón
UN GRAN CABRÓN
me atrajo de una manera extraña
pasé de largo
pero al poco tiempo reanduve mis pasos
y volví a por él
no sé por qué
ni para qué
pero algo haría con él
lo utilizaría en algunas de mis obras
lo insertaría en algunos de mis cuadros
o haría con él alguna pequeña instalación
o igual nada
y se comería de polvo como el resto de mis objetos encontrados
que hasta la fecha no han hallado ningún espacio
en ninguno de mis bichos
como llamo a todo lo que pinto
no sé por qué
pero aquel cráneo creaba cierta inquietud en mí
por qué apareció atado al borde de aquella especie de cutre puente
en medio de aquella inmensa marisma nazarena de ADRIANO
el caso es que aquella noche me acosté más intranquilo que otras noches
la desazón comenzaba a extenderse dentro de mí
pensé que tendría pesadillas con la cabeza huesuda de aquel bicho muerto
más muerto que todos mis bichos
que todas esas obras mías que duermen el sueño de los justos
apiladas en la pared
comiéndose de polvo y soledad
sin ser requeridas por nadie
ni siquiera por mí
el caso es que por fin me quedé dormido
o al menos eso pensé
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