las paredes de la prisión
eran demasiado blancas
extrañamente blancas
insoportablemente blancas
inmaculadamente blancas
abominablemente blancas
con estrellas de sangre salpicada
ahora parecía todo más real
ahora no habría duda
siempre tiene que ocurrir lo evitable
en el suelo
yacían pequeños cuerpos desangrados
y resecos
comidos por las moscas
de sus gargantas abiertas
ya no brotaba nada
ni sangre
ni voces
el maestro escribía con su propia sangre
en la pizarra:
me creéis ahora?
me creéis ahora?
me creéis ahora?
y en su cabeza escuchaba una voz
que repetía monótonamente:
no!
escríbalo cien veces
no!
escríbalo cien veces
no!
escríbalo cien veces
eran demasiado blancas
extrañamente blancas
insoportablemente blancas
inmaculadamente blancas
abominablemente blancas
con estrellas de sangre salpicada
ahora parecía todo más real
ahora no habría duda
siempre tiene que ocurrir lo evitable
en el suelo
yacían pequeños cuerpos desangrados
y resecos
comidos por las moscas
de sus gargantas abiertas
ya no brotaba nada
ni sangre
ni voces
el maestro escribía con su propia sangre
en la pizarra:
me creéis ahora?
me creéis ahora?
me creéis ahora?
y en su cabeza escuchaba una voz
que repetía monótonamente:
no!
escríbalo cien veces
no!
escríbalo cien veces
no!
escríbalo cien veces
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